RAMON
Ribes 08/01/2010
Rebelión en las Aulas
Rebelión en las Aulas
Recientemente tuve ocasión de
conocer cómo se fraguó el expediente cuajado de matrículas de honor (o
más bien deshonor) de un alumno/alumna de una Facultad española cuyos
padres, ambos profesores de dicha Facultad, le habían proporcionado la
mayor parte de las preguntas de los exámenes de todas las asignaturas y
si, aún con semejante ventaja el alumno o alumna, no sacaba matrícula de
honor, esos padres/profesores hablaban con sus compañeros para que
le/la calificaran con esa nota "canjeándola" por la calificación de los
hijos de estos cuando llegaran a su asignatura. Si esto fuese un hecho
aislado no dejaría de ser una anécdota muy desagradable. Pero
desgraciadamente este tipo de comportamientos son habituales en nuestra
Universidad. Este tipo de profesor y sus hijos o hijas... se han pasado
de la raya. Han atravesado la raya del decoro, de la decencia, de la
deontología profesional y todos aquellos límites morales imaginables.
Lo peor de estos "hijos de" ayudados hasta la saciedad es que su
desarrollo profesional está mermado como consecuencia de las "ayudas"
de sus padres. Un estudiante normal que tiene que preparar 300
hipotéticas preguntas para un examen parcial desarrolla más su mente y
su capacidad de sacrificio que el que sabe las 4 preguntas que le van a
hacer y, lógicamente, se limita a estudiarse esas cuestiones no
perdiendo el tiempo en otras. Flaco favor le han hecho esos padres a
esos "niños recomendados de cristal" que zozobran sistemáticamente ante
la menor de las dificultades que les pueda deparar la vida.
La inmensa mayoría de los alumnos de nuestras facultades y
escuelas universitarias saben que hay dos ligas. La liga de los
recomendados y la liga del resto de los mortales. Sabiéndolo, se callan
porque creen que no se puede hacer nada para acabar con estas flagrantes
injusticias. Es cierto que individualmente es imposible combatir la
prevaricación en la Universidad pero al igual que los jóvenes
universitarios del tardofranquismo se unían y arriesgaban su integridad
física y, en ocasiones, sus vidas para derrocar al régimen, los jóvenes
actuales deberían hacer lo mismo para derrocar al sistema educativo en
la Universidad; a un sistema localista que no premia a los mejores sino a
los mejor situados, a un sistema que ha hecho de la prevaricación algo
socialmente aceptado, a un sistema que les obliga a estudiar contenidos
teóricos desproporcionados sin apenas base práctica. ¿Cuántas veces
hemos oído decir que es lógico que a los hijos de profesores se les
ayude un poco? En mi opinión esto es inaceptable por definición; la
única ventaja lícita de estos privilegiados es haber nacido en un
entorno socioeconómicamente más favorecido que el resto de sus
compañeros.
Queridos estudiantes, uníos y sembrad hoy para que en vuestra
Facultad dentro de 30 años puedan estudiar vuestros hijos. No temáis las
posibles represalias.
Temed al miedo que os paraliza.
Temed al miedo que os impide ser jóvenes.
Temed y combatid a los que os han robado la ilusión.
Temed a la pusilanimidad que os impide tomar las decisiones adecuadas.
Temed a la senilidad ideológica precoz que os impide crecer como ciudadanos libres.
Denunciad de forma corporativa y solidaria cualquier injusticia y cualquier prevaricación.
Os recuerdo que pocos años después de nacer yo y algunos años
antes de que nacierais vosotros, jóvenes europeos crearon el Mayo del 68
y por unos momentos la vida volvió a ser bella porque los ideales
prevalecieron sobre los intereses.
Además de estudiar, leed insaciablemente. Estudiad inglés hasta
dominarlo de manera que vuestro mundo sea el mundo y no renunciéis nunca
a conocer nuevos horizontes, nuevas personas y nuevos ideales. Nunca
dejéis de ser críticos con vosotros mismos para así poder criticar y
transformar el sistema salvo que queráis que las mismas injusticias que
sufrís ahora las sufran vuestros hijos y los hijos de vuestros amigos.
* Profesor
PD: Por este artículo la asignatura de farmacología se convirtió en la mayor cabronada que se le puede hacer a un estudiante. Se sintieron aludidos nuestros profesores. Yo solo digo: quien se pica, ¡ES POQUE AJOS COME!
Fd; Habitante
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