jueves, 21 de junio de 2012

Almería a Principios del siglo XX

Almería, a finales del siglo XIX y principios de XX sufrió un espectacular cambio urbanístico. La vieja estructura medieval fue en parte destruida para construir grandes bulevares y lujosos edificios con una aire entre colonial y europeo, en consonancia a el caracter burgués de la población adinerada.
De esta época dorada de la Almería entre siglos aún sobreviven algunos monumentos como la estación de ferrocarril, el mercado central o la casa de las mariposas; pero muchos fueron destruidos en el sinsentido urbanístico de los años setenta del pasado siglo.
La intención de esta entrada es recordar como era esa Almería que la avaricia ha destruido, y remover conciencias para impedir un destrozo mayor.


Ayuntamiento (1925-1930)


Ayuntamiento (Plaza de la Libertad)

Ayuntamiento (1895)

Puerta de Purchena (1899)
Puerta de Purchena (1895)

Documento inédito, la Puerta de Purchena nevada ( en torno a 1932)

Puerta de Purchena (sobre 1900)

Puerta de Purchena, edificio de las Mariposas (en torno a 1920)

Puerta de Purchena (1909)

Puerta de Purchena (1955)
Paseo (1898)

Paseo del Príncipe (Paseo de Almería - 1890)

Paseo de Almería (1895)
Paseo del Príncipa (Paeo de Almería - 1910)

Casino (en el actual Paseo - 1950)

Circulo Mercantil (1910)

Círculo Mercantil (1950)
Antiguo edificio de correos, actual Plaza del Educador (alrededor de 1940)

Correos y Telégrafos (1920)

Diputación provincial y rotonda de la casa de los Sres. de Rodriguez (Actual edificio de Banesto - 1910)

Plaza del Educador, 1955
Plaza Circular (1910)

Plaza Circular, Banco de España (en torno a 1910)
Paseo del Malecón. Actual Parque Nicolás Salmerón (1909)

Muelle viejo (1905)

Hospital Provincial (1911)

Cuartel de Infantería (1915)
Palacio episcopal (en torno a 1920)

Antiguo Palacio del Obispo Orberá (1911)

Iglesia de San Pedro (1920)

Antigua Estación de Ferrocarril (1899)
Castillo de San Cristóbal (1899)
Castillo de San Cristóbal (1909)

La ermita de San Cristóbal y muralla (1920)
Barrio de las cuevas del Puerto (1900 - 1910)
Calle Antonio Vico (1890)

Vista de Almería desde la Alcazaba. (Anterior a 1950)

Vista de Almería desde la torre de la Catedral (1895)





miércoles, 20 de junio de 2012

Hijos de...

Por cierto. Un hijo de profesor que entre en medicina por sus propios medios, ya sea por su inteligencia o por su trabajo diario puede tener muy buenas notas y no por "estar enchufado". En la mayoría de las facultades es así.

Sin embargo, que en una facultad donde está la "Champion League" de los estudiantes de ciencias de la salud de Andalucía, que entren hijos de profesores porque aumentan las plazas a finales de septiembre para que pueda entrar, o porque se va a latinoamérica a hacer primero para luego volver en 2º (porque no tiene nota ni siquiera para entrar en medicina), y que luego, qué casualidad, resulta que no paran de sacar matrículas de honor a pesar de haber entrado de forma "tan modesta" y de que ni se les ha visto estudiar, ni demuestran los conocimientos "tan excelentes" que tienen en sus prácticas...

Lo que se denuncia aquí es una injusticia muy flagrante, que no se ha denunciado nunca por el miedo.

Esta chica ya está atendiendo a gente en el hospital de Córdoba, y yo, preferiría confiarle mi vida y la de mi familia a un médico que "se lo ha currado" para estar ahí, y no a un médico cuyo mayor logro es ser hijo de un profesor de la facultad, porque sacar matrícula de honor en un examen que te dan el día de antes lo hace un niño de 12 años.

Miserias de la Facultad de Medicina

RAMON Ribes 08/01/2010 

Rebelión en las Aulas
 
    Recientemente tuve ocasión de conocer cómo se fraguó el expediente cuajado de matrículas de honor (o más bien deshonor) de un alumno/alumna de una Facultad española cuyos padres, ambos profesores de dicha Facultad, le habían proporcionado la mayor parte de las preguntas de los exámenes de todas las asignaturas y si, aún con semejante ventaja el alumno o alumna, no sacaba matrícula de honor, esos padres/profesores hablaban con sus compañeros para que le/la calificaran con esa nota "canjeándola" por la calificación de los hijos de estos cuando llegaran a su asignatura. Si esto fuese un hecho aislado no dejaría de ser una anécdota muy desagradable. Pero desgraciadamente este tipo de comportamientos son habituales en nuestra Universidad. Este tipo de profesor y sus hijos o hijas... se han pasado de la raya. Han atravesado la raya del decoro, de la decencia, de la deontología profesional y todos aquellos límites morales imaginables.
    Lo peor de estos "hijos de" ayudados hasta la saciedad es que su desarrollo profesional está mermado como consecuencia de las "ayudas" de sus padres. Un estudiante normal que tiene que preparar 300 hipotéticas preguntas para un examen parcial desarrolla más su mente y su capacidad de sacrificio que el que sabe las 4 preguntas que le van a hacer y, lógicamente, se limita a estudiarse esas cuestiones no perdiendo el tiempo en otras. Flaco favor le han hecho esos padres a esos "niños recomendados de cristal" que zozobran sistemáticamente ante la menor de las dificultades que les pueda deparar la vida.
    La inmensa mayoría de los alumnos de nuestras facultades y escuelas universitarias saben que hay dos ligas. La liga de los recomendados y la liga del resto de los mortales. Sabiéndolo, se callan porque creen que no se puede hacer nada para acabar con estas flagrantes injusticias. Es cierto que individualmente es imposible combatir la prevaricación en la Universidad pero al igual que los jóvenes universitarios del tardofranquismo se unían y arriesgaban su integridad física y, en ocasiones, sus vidas para derrocar al régimen, los jóvenes actuales deberían hacer lo mismo para derrocar al sistema educativo en la Universidad; a un sistema localista que no premia a los mejores sino a los mejor situados, a un sistema que ha hecho de la prevaricación algo socialmente aceptado, a un sistema que les obliga a estudiar contenidos teóricos desproporcionados sin apenas base práctica. ¿Cuántas veces hemos oído decir que es lógico que a los hijos de profesores se les ayude un poco? En mi opinión esto es inaceptable por definición; la única ventaja lícita de estos privilegiados es haber nacido en un entorno socioeconómicamente más favorecido que el resto de sus compañeros.
Queridos estudiantes, uníos y sembrad hoy para que en vuestra Facultad dentro de 30 años puedan estudiar vuestros hijos. No temáis las posibles represalias.
Temed al miedo que os paraliza.
Temed al miedo que os impide ser jóvenes.
Temed y combatid a los que os han robado la ilusión.
Temed a la pusilanimidad que os impide tomar las decisiones adecuadas.
Temed a la senilidad ideológica precoz que os impide crecer como ciudadanos libres.
Denunciad de forma corporativa y solidaria cualquier injusticia y cualquier prevaricación.
Os recuerdo que pocos años después de nacer yo y algunos años antes de que nacierais vosotros, jóvenes europeos crearon el Mayo del 68 y por unos momentos la vida volvió a ser bella porque los ideales prevalecieron sobre los intereses.
Además de estudiar, leed insaciablemente. Estudiad inglés hasta dominarlo de manera que vuestro mundo sea el mundo y no renunciéis nunca a conocer nuevos horizontes, nuevas personas y nuevos ideales. Nunca dejéis de ser críticos con vosotros mismos para así poder criticar y transformar el sistema salvo que queráis que las mismas injusticias que sufrís ahora las sufran vuestros hijos y los hijos de vuestros amigos.
* Profesor 





PD: Por este artículo la asignatura de farmacología se convirtió en la mayor cabronada que se le puede hacer a un estudiante. Se sintieron aludidos nuestros profesores. Yo solo digo: quien se pica, ¡ES POQUE AJOS COME!   

Fd; Habitante

Estudiar medicina en Córdoba



    Dos formas hay para poder estudiar medicina en la UCO. Una sacar una nota galáctica en la selectividad y otra, para niñas o niños ricos, haciendo turismo; se matriculan en el extranjero y luego vuelven por traslado. Hubo una supuesta tercera vía llamada "la del salto de altura a lo Fosbury": padres o madres con poder en la maquinaria administrativa de esta Universidad que modificaban los listones para adecuarlos a las marcas de sus hijos, por lo que entraban de cabeza, y no así el compañero que venía detrás, pues volvían a elevar el listón y el infeliz se desnucaba.
    Conocí los que, en vez de saltar, agachaban la cabeza y pasaban por debajo del listón corriendo. Cosas similares han sido denunciadas con los traslados de expediente de los que hicieron la turné , pues unos fueron recibidos con ramas de olivo y otros con tres palmos de narices teniendo que volver al idílico exilio.
    ¿Cómo se meten en competición de tanta dificultad si es una carrera larga? El médico ya no es el ser mitológico adorado por la sociedad ni el cuerno de la fortuna se alcanza con facilidad. Será que la vocación por la medicina ha eclosionado como el big-bang y se le suman las vocaciones tránsfugas de monjas y curas, pues conventos y seminarios están desalojados, y las clausuras clausuradas.
   Hay promociones que nacen con estrella y ésta fue una de ellas pues coincidió con la entrega del premio Nobel a Warren y Marhall por descubrir el Helycobacter pylory en la úlcera de estómago. Y es que hay hallazgos que se escapan, pues están en las profundidades subcelulares o en las marañas genéticas y quedan como distantes. Pero este es un tema de andar por casa y a cualquier novicio le debe potenciar su pasión por el estudio, pues se puede sentir próximo a ellos, al alcance de su entusiasmo y posibilidades.
   Tras requeteleer los renglones escritos en blanco sobre blanco que suceden a los de negro sobre blanco del discurso de los estudiantes en el acto de graduación de la XXXIV promoción del pasado mes de mayo, no me queda la menor duda que es la vocación la que los arrastra al cadalso.
   Se quejan del frío recibimiento al entrar en la sala de disección y no saben como huelen los cadáveres con "la calor". Reconocen que la vida universitaria les supuso "un cambio importante en sus vidas": "Aprendimos que un fin de semana puede empezar un jueves". Nos prometió una señora que si la elegíamos rectora declararía los viernes festivos ¿estos habrían iniciado su finde los miércoles? "Que la asistencia a las agrobarras era tan obligatoria como ir a prácticas", que "las visitas al bar eran 3-4 veces al día".
   Y que por culpa del mayo de cruces conocieron por primera vez los exámenes de septiembre. Aseguran que las señas de identidad de un alumno de primero era decir sincitiotrofoblasto.
   En segundo curso celebraron con entusiasmo los éxitos de ¡Fernando Alonso! copiando a contra reloj los apuntes de fisiología y alcanzaron el más alto nivel de estrés en tercero, por la presión académica, y se plantearon dejar la carrera, pues entrar por primera vez al hospital solo les motivaba el encontrar al profesor que le firmara la libreta de asistencia. En cuarto se colgaron un fonendo al cuello. Quinto fue desempolvar los apuntes de tercero e integrar la información de 228 diapositivas por hora de Pediatría. Y concluyen en sexto, tras hacer en cuarenta y cinco minutos sesenta preguntas de médica, que "la finalidad de toda licenciatura de medicina es el MIR".
   Y, digo yo, ¿cómo se defenderán el día que los suelten en una sala de urgencias? Esto es la cultura profesional de consumo, la de los que, según Hasley, solo persiguen obtener un titulo para reclamar un empleo.
   La Vocación, es la expresión de nuestros valores, los anhelos del alma en relación con nuestra vida como existencia válida y trascendente. Nuestros sueños. Es una compulsión irracional que nace en las capas más profundas de la conciencia impulsándonos a hacer algo que al realizarse nos trae el equilibrio; la razón de nuestra existencia.
   Y se recrean en los viajes que merecieron la pena, las birras germanas e italianas, el tinto francés y los tequila, la caipiriña, el pisco, el mate o el pura vida. O sea, que los estudiantes iniciaron su carrera en la tasca de la facultad y la terminaron en la añorada Bodeguita de en medio de Hemingway y Neruda, cantada por Carlos Cano en La Habana.
   Y en los seis años hubo además frustración, desesperanza, dudas, hastío, copistería... ¿No encontraron a ningún maestro ni vieron al paciente besarle la mano al médico? ¿No calmaron el dolor, no se emocionaron con el neonato ni con los ojos grandes de los niños enganchados al gotero? ¿No consolaron a la madre del donante?
   La vocación nos viene sin haberla llamado, pero si no la alimentamos se pierde dejando un vacío que jamás será colmado ¿Son culpables de esto solo los estudiantes?


 RAFAEL Martínez Sierra 02/08/2011
* Catedrático emérito de Medicina. UCO